Madera, un propulsor de la bioeconomía en Chile


Ante la crisis causada por el covid 19, la reactivación económica se ha vuelto un objetivo con diversos caminos para alcanzar. 

Una mano posicionando una edificación pequeña en una hilera de estructuras en madera

En este escenario, un giro hacia una economía circular y verde parece ser una opción para impulsar las cifras nacionales junto a las metas medioambientales. La construcción en madera juega un rol clave para acercar la bioeconomía a nuestra realidad. 

 

 

Dos manos sosteniendo un puñado de tierra con un brote de 5 hojas verdes. Fondo de naturaleza

 

El paso del 2020 ha dejado profundas huellas. La expansión del covid-19 y las medidas sanitarias dictadas para aplacar la pandemia han afectado la economía tanto nacional como internacional, llevando a cifras alarmantes para nuestro país. El ejemplo más claro es el desplome del PIB pasó de 0,3 a -14,5 a mediados de este año, según cifras del Centro de Políticas Públicas UC


Esto se manifestó en una caída en el empleo en nuestro país del 20,9%, según la Cámara de Comercio de Santiago, y en cifras de cesantía sobre el 12% a lo largo de todo el 2020. Al aplicar estas cifras en las distintas industrias, la construcción probó ser la más afectada dentro de las productoras de bienes, según el estudio “Encuesta de Ocupación y Desocupación en el Gran Santiago (EOD)” de la Universidad de Chile, teniendo una disminución en esta área de 27,1%.


En función de mitigar estos y otros efectos dejados por la crisis, surge la necesidad de crear empleos y atraer inversiones que impulsen la economía hacia números positivos. La industria de la construcción cumple un rol clave en este sentido al ser responsable del 9% de los trabajos generados en Chile, y responsable del 7% del producto interno bruto. 

Dos manos en primer plano haciendo planos con un transportador. A la izquierda en desenfoque una maqueta de una casa
“Cómo salgamos de la peor crisis de las últimas décadas depende de la capacidad que tengamos de llegar a acuerdos”
indica el “Plan de Empleo y Reactivación, Propuesta del sector Construcción” desarrollado por la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), propuesta que busca generar cerca de 600.000 empleos entre 2020 y 2022 mediante la construcción de diversos proyectos habitacionales y de infraestructura a lo largo del país.


A esto también apunta el Plan de Reactivación Económica impulsado por el gobierno, que reúne 16 medidas de rescate agrupadas en tres ejes: generación de empleos, contención de grupos vulnerables como pequeñas y medianas empresas, y promoción a la inversión. A estos tópicos el plan agrega un elemento importante, al mencionar que se busca invertir en infraestructura con un énfasis verde, y que aporte a la mitigación al cambio climático en la que trabaja nuestro país.



Esto lleva a recordar una de las más importantes metas medioambientales que se ha puesto el gobierno, la carbono neutralidad para el 2050. Este hincapié fuerza a volcar las nuevas propuestas constructivas hacia la eficiencia energética y la sostenibilidad en sus materialidades y procesos, cualidades que actualmente son cumplidas en su mayoría por edificaciones construidas en madera.

 

 

Madera como vehículo de la reactivación


En el año 2016, Chile generó 111 millones de toneladas de dióxido de carbono que fueron a dar a la atmósfera. Sin embargo, sólo 46 millones llegaron a ella, ya que los restantes 65 millones de toneladas fueron capturadas y encapsuladas por el bosque de nuestro país, convirtiéndose en el 50% de la masa de los árboles. 

Con ese ritmo, el bosque chileno genera el material suficiente para ocho viviendas en un minuto, que han de multiplicarse por los 3,1 millones de hectáreas de bosque sustentablemente manejado que existen en nuestro país. Este volumen de producción permite a la industria nacional satisfacer el 99% de la demanda interna, y exportar materia prima a diversas partes del mundo.

 un bosque con niebla en la cima y de fondo una montaña

 

A pesar de esta enorme capacidad de la industria forestal, que representa el 2,1% del PIB nacional según el estudio “Los Bosques de Chile, pilar para un desarrollo sostenible y sustentable”, desarrollado por el Banco Mundial y el Ministerio de Agricultura; apenas el 21% de las viviendas en nuestro país son construidas en madera. En países desarrollados como Canadá y EE UU, esta cifra supera el 80%.

Este número es contraproducente respecto de las cualidades que ofrece un material como la madera a la construcción. En un país donde la productividad de la industria se encuentra en números negativos, resulta atractiva la promesa de construir viviendas 40% más rápido y 30% más barato. A eso se suma la variedad de empleos que puede generar un proyecto, agrupados en profesionales, técnicos y operarios de diversas capacidades.

CORFO destacó esta cualidad en su texto “Hoja de Ruta para Programa Estratégico de Manufactura Avanzada”, que data de 2018. En él se señala que la construcción en madera ofrece una oportunidad de negocio al unir nuevas tecnologías como el modelaje 3D, la robótica y la realidad virtual con un material conocido por su sustentabilidad y abundancia.

A estas virtudes se suman aquellas intrínsecas de la madera como material constructivo, como su eficiencia energética tanto durante como tras la obra. Esto se debe gracias a la capacidad aislante propias del material, explicó el Subdirector de Transferencia de CIM UC, Felipe Victorero, en la ponencia “Innovación y sustentabilidad en la construcción con madera” realizada el pasado 13 de noviembre por la Universidad Continental de Perú.

 Una habitación completamente de madera, una cama en el centro y una mujer en el marco de la puerta, de espaldas 

En este evento, Victorero explicó que esta cualidad, mejorada gracias a las diversas tecnologías desarrolladas en las últimas décadas, era capaz de reducir de manera permanente los gastos de energía ocupada en calefacción. Prueba de ello es la calificación A de eficiencia energética obtenida por las viviendas de los Barrios Ecosustentables Oasis de Chañaral y El Salado, proyecto desarrollado por CIM UC.

En el evento realizado por la casa de estudios peruana también participaron el Director académico y de investigación de CIM UC, Pablo Guindos, y el Presidente de CORMA, Juan José Ugarte. En este contexto, cuando se les consultó respecto a qué hacía falta en Chile para impulsar la construcción en madera, destacaron entre las respuestas el trabajo sobre normativas y políticas públicas y, el desarrollo tanto de nuevas tecnologías como de materialidades y conocimiento en el uso de estas.

El Centro UC de Innovación en Madera ha dado un paso en esa dirección con iniciativas como el curso “Introducción al diseño, cálculo y construcción en madera”, iniciado el pasado 2 de noviembre del 2020  y cuyo fin es entregar las competencias fundamentales para diseñar, calcular y construir con madera, siendo capaz de identificar riesgos y utilizar herramientas de diseño aplicadas a la madera. 

Sin embargo, la necesidad de ver la economía general de una nueva y distinta manera también destacó cómo algo para pensar y repensar con miras no solo a la recuperación económica actual, sino también a una medioambiental para el futuro, en la que la construcción con madera juega un rol clave.

“La madera es algo que nos convoca. (...) Se está produciendo un movimiento empujando una agenda de futuro” señaló al respecto Juan José Ugarte, “Estamos insertando (...) esta idea de la bioeconomía como parte de cambiar una economía basada en carbono a una basada en productos naturales; y una recuperación del estado del ambiente, basado en la naturaleza”

 

Bioeconomía, una nueva forma de ver las cosas.

Según la Comisión de Economía para América Latina y el Caribe (CEPAL), la bioeconomía es aquella basada en el consumo y producción de artículos y servicios provenientes del uso o transformación de recursos biológicos, incluyendo los desechos de biomasa, y permitiendo un uso circular de las materias primas, además de reducir la generación de desechos a su mínima expresión. 

Esta modalidad también implica aprovechar el conocimiento que ya se tenga de sistemas y procesos de extracción y transformación sostenibles, y desarrollar tecnologías necesarias para generar estos procesos. Esto implica, en muchos casos, invertir en infraestructura, maquinaria y formación especializada.

Un gran avance en términos de su aplicación es el que lleva Europa. Para el año 2018, la Unión Europea había invertido casi €4.000 millones en investigación sobre desarrollo de economías sustentables, y las primeras huellas de esto comenzaban a manifestarse tanto en planes gubernamentales como en las primeras fábricas de diversos productos e innovaciones para combatir los 25 millones de toneladas de desperdicios plásticos que genera el continente.

 

Una mano posicionando una edificación pequeña en una hilera de estructuras en madera

 

Si bien para algunos expertos estos son altos costos para volcar en elementos como formación e I + D, el volumen de mercado que la bioeconomía había desarrollado para 2018 se contabilizó en €2,3 billones según el European Commission's Knowledge Center for Bioeconomy. Al mismo tiempo, la industria empleaba a 18 millones de personas en todo el continente para generar bienes basados en áreas como la bioenergía, agricultura, alimentación y silvicultura.

En Chile y América Latina la bioeconomía parece tener un gran potencial debido a la amplia variedad de recursos biológicos que el continente posee, permitiendo una diversificación en el mercado y un incremento del valor agregado a la producción. Así lo explica la publicación “Bioeconomía en América Latina y el Caribe: contexto global y regional y perspectivas”, publicada por la CEPAL en 2017.

“La bioeconomía es una alternativa para la especialización inteligente de los territorios, la innovación y el cambio estructural con enfoque de sostenibilidad” explica el texto, además de rescatar el rol central del sector privado en el giro hacia esta modalidad económica al señalar el desarrollo de políticas de incentivo para PYMEs ligadas al tema como una de las acciones requeridas para desarrollar el potencial de la bioeconomía en el continente.

En un webinar para Wood Solutions, el arquitecto canadiense Michael Green invitó a los asistentes a sumarse a sistemas como la economía circular y la bioeconomía. En una industria calificada como una de las más contaminantes como es la construcción, esta modalidad económica se ha introducido de la mano de la madera para permitir disminuir la huella de carbono, aumentar la productividad, y permitir un ciclo de vida limpio para la madera, desde su crecimiento hasta su reciclado post construcción.

El potencial de Chile para adoptar esta forma de generar recursos, ingresos e inversión da un enorme paso hacia adelante con el impulso y aporte que genera la industria forestal, convirtiendo al actual proceso de reactivación económica en una oportunidad de afirmar a este sector hacia un nuevo mercado, un área donde aumentará su valor agregado, y satisfacerá múltiples necesidades sociales a la vez que medioambientales.